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FESTIVAL DE WOODSTOCK, NO SOLO MUSICA

Festival de Woodstock 15/16/17/ y 18 de agosto de 1969. Granja de Max B. Yasgur - Bethel - Condado de Sullivan - Estado de New York. Prácticamente todos los medios de prensa, tanto audiovisual como escrita, han recordado que en estas fechas se cumple el 50ª aniversario del concierto de música más famoso de la historia. Algunos de estos medios, no todos, han tratado el tema con más profundidad y énfasis, ya que realmente no sólo fue un gran concierto musical, sino una reivindicación de libertad, de cambios en esta sociedad, lo que se llamó la contracultura de 1969.

El montaje y preparativos de este concierto fue muy complicado, el estado elegido fue el de New York y así fue, no sin embargo el condado, ya que por intereses reaccionarios hubo que cambiarlo a ultima hora, provocando con ello más problemas todavía, debido a la premura del acto. Llegó la fecha y no se pudo terminar toda la infraestructura, quedando las vallas que rodeaban el recinto, colocadas “a medias”; este hecho facilitó el acceso a casi 500.000 personas, cuando realmente habían vendido algo más de 50.000 entradas. Hubo atascos kilométricos, tormentas, escasez de alimentos, agua, medicamentos y letrinas, un sin fin de problemas que aun así no pudieron quebrar y anular un evento único en la historia que unió a medio millón de seres humanos pidiendo un cambio en esta sociedad que realmente nunca se produjo.

Musicalmente, aún con ausencias destacadas por diferentes motivos, fue un éxito sin precedentes. 32 actuaciones maravillosas que pasaran a la historia de la música universal. La consolidación del movimiento hippie, la paz y la armonía que allí se vivió, contradijo todas las expectativas que el mundo reaccionario esperaba. Fue ilusionante, maravilloso, un halo de esperanza por la paz, contra las guerras (principalmente allí se sintió la de Vietnam) y el capitalismo brutal que se vivía, juzgando y clasificando a los seres humanos por su raza, sexo, religión y poder adquisitivo. Han pasado 50 años y todo sigue igual, incluso peor.

Yo, de joven, tenía clarísimo que “el ser humano” era bueno, pero el sistema lo corrompía; con el paso del tiempo me di cuenta que esto no es correcto, lo real es que las personas, “los seres humanos”, corrompen cualquier sistema. Ya nada queda de aquellos sueños del 69, hasta la música de hoy en día carece de cualquier lucidez y valor artístico. Políticamente el capitalismo no sólo ha destrozado el mundo, sino que además se le ha perdonado y justificado. Si un banco pierde dinero, los gobiernos se lo regalan, si una persona pierde el trabajo, le quitan la vivienda. El odio, en forma de racismo, xenofobia, envidia y miedo, es cada vez más intenso. La desigualdad social es más notable y la conciencia por cambiar y luchar es prácticamente nula. Existen grupos llamados “anti sistema” sin otra propuesta que la de la violencia, aumentando con ello el alegato reaccionario. Echamos la culpa a nuestros dirigentes, ya que son brutales y nefastos, pero realmente son el espejo de nosotros mismos, son nuestras voces del subconsciente que reflejan la maldad y la imperfección de cada uno de nosotros.

Quien me conoce de verdad, sabe que desde adolescente he luchado por no cambiar, ser solidario, justo; viví la época hippie con toda intensidad, la música sigue siendo vital para mi, mirar por mis semejantes ha sido siempre “mi bandera” y seguro que he cometido errores, algunos muy grandes, pero siempre intenté luchar por la libertad, por una justicia universal basada en el respeto, acto y hecho imprescindible para exigir el tuyo…. Que te respeten. Pronto cumpliré 60 años y sabiendo que he ganado muchas batallas, la guerra la tengo perdida. Ahora ya sólo soy “un espectador” y os aseguro que no me gusta lo que veo. Salud en el arte e inspiración en la vida. Fernando Soria Castro

 

 

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